domingo, 30 de junio de 2013

Lluvia y Sol en Lindau

El sábado no tenía ningún compromiso planeado de las Lindau Meetings así que decidí aprovecharlo para recorrer todo lo que pudiese de la zona. Lloviznaba cuando salí por la mañana, pero no me amilané, tampoco me impidió disfrutar del paisaje, y de la arquitectura típica de la zona.

Leí por ahí que si uno quiere conocer un pueblo típico de Alemania, Lindau es como el arquetipo, es el modelo base. Todas las casas, nuevas o viejas, son estilo cuento de hadas. La isla en sí, parece sacada de un relato de los hermanos Grimm, y justamente por el puerto de Lindau podemos ver la Torre de Rapunzel.

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Como llovía sin parar, me dediqué a caminar por los callejones de la isla, que son millones, y laberínticos, pero cuando uno le toma la mano, puede ir girando en recovecos, para no pasar siempre por el mismo lugar. No fui para la costa del lago, ni al puerto, porque el viento lluvioso era letal. Hacía frío encima.

Había visto por google que existía un McDonalds en la isla, así que lo busqué por todos lados, para poder parar a descansar un poco, conectarme al wifi, y comer algo. Pero no lo encontré por ningún lado, luego me enteraría que estaba como a 5 kilómetro de ahí. Decidí entonces, volverme al Hotel, pero por otro camino.

A la ida fui por un camino de bicicletas y caminantes, que bordea el lago, muy lindo, todo cuidado, todos respetan su lugar, ya que hay un sector para las bicis, y otro para los caminantes. Si uno va distraído sacando fotos, te tocan bocinita desde la bici. Fueron unos 4 kilómetros desde el hotel hasta la isla.

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Allí caminé durante casi tres horas, recorriendo cada callejón. Es interesante, que cuando uno se asoma a un cruce peatonal, los coches paran automáticamente, sin necesidad de que uno mire, o haga alguna seña. Acostumbrado a esperar que pasen todos los coches, más de uno me tocó bocina para que me avive de que me estaba dejando cruzar.

A la vuelta decidí ir por el camino que me había llevado el taxista, que es el de los coches, y que había visto que pasaba por una zona céntrica en la parte nueva de Lindau, la que está en tierra. Pensé que por ahí encontraba a McDonalds ahí, o tal vez algún supermercado. Resultó que terminé caminando como 5 kilómetros dando vueltas, para enterarme que la maldita cadena de comida rápida, estaba en un pueblo cercano, bastante lejos.

Pero luego de que ya no aguantaba la lluvia, ni a mis pies, logré dar con un supermercado. Toda una experiencia. No hay bebidas frías, más que algunas botellitas chicas de gaseosas… La cerveza, toda natural. Quería llevarme una fresquita para el Hotel, pero desistí, ya que mi habitación no tiene heladera. Pero me compre de todo para hacerme sánguches para una semana, shampoo, papas fritas, etc. Todo por 9 euros.

Está bien que fui eligiendo lo más barato, pero unas Pringles salían 1 euro, allá salen el doble o el triple, creo. No tenían tarjeta de crédito, así que tuve que usar el poco efectivo que tengo. Nadie hablaba inglés, pero bueh, no hizo falta. No te dan bolsas de plástico, están prohibidas en Alemania, así que me las tuve que ingeniar para meter todo en la mochila que ya estaba repleta.

Así, luego de 6 horas de no parar de caminar más que algún ratito, llegué al hotel, filtrado.

El Domingo me despertó contento, ya que había un poco de sol, y a lo largo del día se fue despejando cada vez más, hasta quedar preciosamente azul.

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Me fui caminando nuevamente a la isla por el camino de la costa del lago, esta vez mucho más lindo, a la luz del sol que se filtraba por las nubes. La isla también estaba 10 veces más bella, con sol. Pude sacar mejores fotos, y usar la tablet para grabar videos. Esta vez fui a recorrer la parte del puerto, que no había podido visitar el sábado por la lluvia.

Es uno de los mejores lugares de la isla, si es que se puede elegir algo. Tiene el faro, el León de 6 metros de altura, y la Torre de Rapunzel, sin contar infinidad de edificios antiguos e interesantes.

Terminé el periplo paseando nuevamente por la calle central de la isla, MaximillianStraBe. Para sacar mejores fotos de lo edificios más emblemáticos, y de la plaza central, donde están las iglesias y el museo municipal. Aproveché para comer en el mismo local en el que había comido en Ulm. Todo de pescados. Elegí el mismo sánguche de la vez pasada, 1 euro, que tiene una especie de milanesa de pescado cuadrada, y una salsa muy rica.

Descansé un buen rato, y me fui a sentar a la plaza a esperar que se hiciera el tiempo para ir a la apertura de las 63ª Lindau Nobel Laureate Meetings. Fui temprano, para ver si me encontraba a algún colega en la sala de prensa, y había mucha gente, pero todos ocupados en internet, parecían estar todos chateando, así que me puse yo también a hacer lo mismo.

La ceremonia de apertura fue una serie de charlas de los dirigentes de los distintos organismos que gestionan y financian estas reuniones. Y eso fue todo, mañana empezarán las charlas de los premios Nobel, y comenzaré a hacer entrevistas. Espero tener tiempo algún día de cruzar a Austria y a Suiza, que ya pude averiguar cómo ir en tren o en barco.

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sábado, 29 de junio de 2013

De Frankfurt a Lindau

La misión consistía en llegar al aeropuerto de Frankfurt, Alemania, y subirme al tren que me llevaría a Lindau, mi destino final. En el papel, parecía más complicado de lo que resultó, a pesar de ser un argentino en Alemania, que no sabe una palabra de alemán.

Luego de 13 horas de viaje, llegamos a Frankfurt a eso de las 12 del mediodía, hora local, con una hora de retraso, pero que no afectó mi conexión con el tren, ya que había previsto demoras, y saqué boleto para las 13.50.

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Todos muy amables en el aeropuerto de Frankfurt, incluso el policía de migraciones me dio charla, curioso sobre la conferencia científica a la que iba, y sobre Argentina, para descontento de los que estaban detrás en la fila. Pasé sin problemas, no me revisaron nada. Los carteles te guían muy fácil a retirar tu equipaje, y luego a hacer lo que quieras dentro del aeropuerto más importante de toda Europa.

Sólo tuve que preguntar por un cajero automático, para conseguir efectivo, y para asegurarme que tenía bien la dirección que tenía que tomar para el tren. La estación está pegada al aeropuerto, allí se pueden tomar trenes regionales, y de larga distancia, los ICE súper rápidos, que van a 200 km/h. Tan sólo hay que cruzar un puente, y estamos en los andenes.

Al llegar ahí, no me sorprendí de que estuviese todo tan bien señalizado. Esperaba algo muy diferente al estado de los trenes en Argentina, y eso vi. Uno sabe dónde va a parar cada vagón, los horarios de cada tren, y el próximo tren que está por llegar, todo gracias a carteles fijos o electrónicos.

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Mi sorpresa fue encontrarme allí un conocido. Antes de partir de Buenos Aires, mientras esperaba la salida del vuelo, ayudé a un hombre mayor al que se le habían caído las pastillas al suelo. Diminutas pastillas homeopáticas para poder dormir y viajar tranquilo, me dijo. Me dio bastante charla. Un alemán que hablaba bastante bien el castellano.

La sorpresa fue cuando lo encontré. Le sonreí para ver si me reconocía, ya que vendría bien poder conversar un poco con alguien en castellano sobre el funcionamiento de los trenes. Resultó ser un jubilado alemán, que vive en Argentina, en El Bolsón. Y mi grata sorpresa era que tomaba el mismo tren que yo. Sólo que yo me bajé luego en la primera estación, Mannheim, y él siguió camino.

Los 20 minutos de viaje, me contó de todo sobre lo que íbamos viendo, sobre Alemania, y sobre él en Argentina. Tenía 78 años, muy bien llevados. Un hombre muy simpático, muy buen recuerdo que me llevaré de él.

IMG_1265 En Mannheim debía hacer combinación con otro ICE que me llevaría a Ulm. Tenía 7 minutos para el trasbordo, lo que me preocupaba un poco, pero resultó que tan solo tenía que hacer un metro hacia la vía en que llegaría el tren, que desgraciadamente llegó con 20 minutos de demora.

Eso era malo, no por la espera, que cuando uno está paseando no molesta, sino porque me complicaría las cosas con el trasbordo en Ulm.

Este ICE no tuvo nada memorable, ya que mi compañero de asiento era parco, a pesar de que me ayudó a colocar la valija en el portaequipaje. El viaje duró unos 40 minutos, con parada intermedia en Stuttgart, y finalmente llegamos a Ulm.

Para interiorizarlos un poco en la geografía, ya estaba profundamente internado en Alemania, en zonas poco turísticas, y para nada cosmopolita. Así que cuando llegué a Ulm, con media hora de retraso del tren que debería haber tomado hacia Lindau, corrí a hablar con un “oficial”, como les dicen allí a los guardas.

Le dije, guten tak, ij kan kain doich, que significa, hola, no hablo alemán. Resulta que él no hablaba inglés, ni tampoco las monjas que le estaban consultando algo. Al parecer le estaban consultando por mi mismo tren, ya que luego me las encontré arriba. Se resolvió mostrándole un papelito donde tenía impreso el tren y el destino, en el cual él me escribió el horario y el tren que debía tomar.

IMG_1284 Debía esperar 40 minutos, así que cruce las vías por un túnel hacia la estación, para ver si podía comprar algo para tomar. Me encontré con algo inmenso, con McDonald’s, Burguer King, y muchos locales más.

Los precios eran similares a Argentina, para mi sorpresa. Pero me decidí por algo gasolero, compre una botella de agua de litro en un minimercado (2 euros), y un sánguche en otro local (1,5 euros).

Ninguno de los empleados hablaba inglés, pero no hizo falta. Después de todo, tampoco suelo hablar en castellano con los cajeros de supermercados argentinos. En el local del sánguche, fue un poco más complicado, ya que pensé que era una milanesita de musarela con tomates y una salsa con pinta, pero cuando le pregunté si era “cheese”, queso, me dijo “nein, fish”. Le hice OK con el dedo, y me lo fui a comer en el andén. Resultó ser muy sabroso el sánguche de milanesa de pescado.

El tren llegó a horario, pero esperó mucho tiempo, creo que a que llegase otro tren regional del que bajó muchísima gente, y se subió toda al mío. Me había entado con las monjas, que quisieron darme charla, pero ante mi ij kan kain doich, me hicieron algunas preguntas mezcla castellano e inglés, pero no llegamos a entendernos del todo, así que no seguimos.

Tuve que dejarle mi asiento a una señora mayor que subió con el malón de gente, así que viajé parado las primeras estaciones. Fue bueno, ya que me había escuchado todo el vagón, parece, la historia que le conté a las monjas, porque se me acercó una mujer con un bebé colgado, que no se había querido sentar porque ya se bajaba.

Me habló en un perfecto madrileño, pero era alemana de Colonia, Alemania. Charlamos mucho, le encantaba el acento argentino. Estuvo en las Cataratas del Iguazú. Viajaba al sur de Alemania con su marido (sentado con otra hija en brazos), a mostrarle el bebé a sus padres. Al parecer, en Colonia hay muchos argentinos.

Cuando se bajó esta pareja de Colonia, me pude sentar de vuelta, y me sorprendió una señora sentada frente a mí que me dijo: yo también hablo español. Vivió 20 años en Venezuela, hasta que asumió Chávez, y se volvió a Alemania. También me contó mucho sobre la región.

Viajamos juntos casi hasta mi destino. Ella se bajó una parada antes, y yo llegué casi a las 19. Cansado, y sin conocer mucho, preferí tomar un taxi al hotel, para luego desde allí salir a pasear un poco, pero estaba tan rendido que ni a cenar salí. Veremos qué me depara el día hoy. ¡Saludos!

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miércoles, 26 de junio de 2013

Sobre la Lindau Nobel Laureate Meeting

Las Nobel Laureate Meetings se realizan cada año en el pueblo de Lindau, Alemania, con el fin de que investigadores jóvenes de todo el mundo tengan la oportunidad de escuchar y reunirse con científicos consagrados con los Premios Nobel.

Desde el 30 de junio al 5 de julio de 2013, se realizará la 63ª Lindau Nobel Laureate Meeting, que reunirá a 34 premios Nobel y a 600 jóvenes científicos de todas partes del mundo. La reunión de 2013 estará dedicada a la química, para aprender de cada uno, para compartir el entusiasmo por la ciencia, para compartir conocimientos, y para hacer invaluables nuevos contactos.

Estas reuniones se vienen realizando desde 1951, de forma anual, y se suelen enfocar alternativamente en la medicina, la física, la química y las ciencias económicas. Son organizadas por el Consejo para las Lindau Nobel Laureate Meetings y por la Fundación Nobel Laureate Meetings y la Fundación Lindau Nobelprizewinners Meetings en el Lago Constanza.

Más información en inglés: