El sábado no tenía ningún compromiso planeado de las Lindau Meetings así que decidí aprovecharlo para recorrer todo lo que pudiese de la zona. Lloviznaba cuando salí por la mañana, pero no me amilané, tampoco me impidió disfrutar del paisaje, y de la arquitectura típica de la zona.
Leí por ahí que si uno quiere conocer un pueblo típico de Alemania, Lindau es como el arquetipo, es el modelo base. Todas las casas, nuevas o viejas, son estilo cuento de hadas. La isla en sí, parece sacada de un relato de los hermanos Grimm, y justamente por el puerto de Lindau podemos ver la Torre de Rapunzel.
Como llovía sin parar, me dediqué a caminar por los callejones de la isla, que son millones, y laberínticos, pero cuando uno le toma la mano, puede ir girando en recovecos, para no pasar siempre por el mismo lugar. No fui para la costa del lago, ni al puerto, porque el viento lluvioso era letal. Hacía frío encima.
Había visto por google que existía un McDonalds en la isla, así que lo busqué por todos lados, para poder parar a descansar un poco, conectarme al wifi, y comer algo. Pero no lo encontré por ningún lado, luego me enteraría que estaba como a 5 kilómetro de ahí. Decidí entonces, volverme al Hotel, pero por otro camino.
A la ida fui por un camino de bicicletas y caminantes, que bordea el lago, muy lindo, todo cuidado, todos respetan su lugar, ya que hay un sector para las bicis, y otro para los caminantes. Si uno va distraído sacando fotos, te tocan bocinita desde la bici. Fueron unos 4 kilómetros desde el hotel hasta la isla.
Allí caminé durante casi tres horas, recorriendo cada callejón. Es interesante, que cuando uno se asoma a un cruce peatonal, los coches paran automáticamente, sin necesidad de que uno mire, o haga alguna seña. Acostumbrado a esperar que pasen todos los coches, más de uno me tocó bocina para que me avive de que me estaba dejando cruzar.
A la vuelta decidí ir por el camino que me había llevado el taxista, que es el de los coches, y que había visto que pasaba por una zona céntrica en la parte nueva de Lindau, la que está en tierra. Pensé que por ahí encontraba a McDonalds ahí, o tal vez algún supermercado. Resultó que terminé caminando como 5 kilómetros dando vueltas, para enterarme que la maldita cadena de comida rápida, estaba en un pueblo cercano, bastante lejos.
Pero luego de que ya no aguantaba la lluvia, ni a mis pies, logré dar con un supermercado. Toda una experiencia. No hay bebidas frías, más que algunas botellitas chicas de gaseosas… La cerveza, toda natural. Quería llevarme una fresquita para el Hotel, pero desistí, ya que mi habitación no tiene heladera. Pero me compre de todo para hacerme sánguches para una semana, shampoo, papas fritas, etc. Todo por 9 euros.
Está bien que fui eligiendo lo más barato, pero unas Pringles salían 1 euro, allá salen el doble o el triple, creo. No tenían tarjeta de crédito, así que tuve que usar el poco efectivo que tengo. Nadie hablaba inglés, pero bueh, no hizo falta. No te dan bolsas de plástico, están prohibidas en Alemania, así que me las tuve que ingeniar para meter todo en la mochila que ya estaba repleta.
Así, luego de 6 horas de no parar de caminar más que algún ratito, llegué al hotel, filtrado.
El Domingo me despertó contento, ya que había un poco de sol, y a lo largo del día se fue despejando cada vez más, hasta quedar preciosamente azul.
Me fui caminando nuevamente a la isla por el camino de la costa del lago, esta vez mucho más lindo, a la luz del sol que se filtraba por las nubes. La isla también estaba 10 veces más bella, con sol. Pude sacar mejores fotos, y usar la tablet para grabar videos. Esta vez fui a recorrer la parte del puerto, que no había podido visitar el sábado por la lluvia.
Es uno de los mejores lugares de la isla, si es que se puede elegir algo. Tiene el faro, el León de 6 metros de altura, y la Torre de Rapunzel, sin contar infinidad de edificios antiguos e interesantes.
Terminé el periplo paseando nuevamente por la calle central de la isla, MaximillianStraBe. Para sacar mejores fotos de lo edificios más emblemáticos, y de la plaza central, donde están las iglesias y el museo municipal. Aproveché para comer en el mismo local en el que había comido en Ulm. Todo de pescados. Elegí el mismo sánguche de la vez pasada, 1 euro, que tiene una especie de milanesa de pescado cuadrada, y una salsa muy rica.
Descansé un buen rato, y me fui a sentar a la plaza a esperar que se hiciera el tiempo para ir a la apertura de las 63ª Lindau Nobel Laureate Meetings. Fui temprano, para ver si me encontraba a algún colega en la sala de prensa, y había mucha gente, pero todos ocupados en internet, parecían estar todos chateando, así que me puse yo también a hacer lo mismo.
La ceremonia de apertura fue una serie de charlas de los dirigentes de los distintos organismos que gestionan y financian estas reuniones. Y eso fue todo, mañana empezarán las charlas de los premios Nobel, y comenzaré a hacer entrevistas. Espero tener tiempo algún día de cruzar a Austria y a Suiza, que ya pude averiguar cómo ir en tren o en barco.